19 marzo, 2024
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“Partidos, voces del exilio”: Entrevista a Silvia Di Florio

“Las valijas que transportaban nuestra herencia, y nuestra historia, se abrieron aquí como maletas y todo fue ya otra cosa. El pebete se hizo medianoche; las medialunas, croissants; la manteca, mantequilla; las frazadas son ahora mantas; la crema se confunde con la nata. Mis abuelas viven en otro tiempo: cinco horas menos significan que allí duermen cuando yo voy a la escuela, que aquí es el cole. Mi mamá es mi madre, y aquí ya no es acá.”

Como parte de la programación del Foro Mundial de Derechos Humanos 2023, se proyecta en el Centro Cultural Kirchner el documental Partidos, voces del exilio, dirigido por Silvia Di Florio.

Sobre una idea de Juan Carlos Gastaldi, con dirección de fotografía de Gustavo Cataldi y guion de Andrés Habegger y Silvia Di Florio, la película nos trae las experiencias de mujeres y hombres que se vieron forzados al exilio por el terrorismo de Estado, militantes políticos que tuvieron que dejar sus vidas en nuestro país para comenzar de nuevo en Madrid, España. El documental también nos acerca las vivencias de las hijas e hijos del exilio que, siendo muy pequeños, emigraron con sus padres o bien nacieron en el exterior. El testimonio de estos hijos resulta sumamente interesante, dado que nos permite conocer cómo se constituyeron esas infancias en un contexto de desarraigo, dolor e incertidumbre.

Partidos, voces del exilio nos cuenta la historia de estas personas en presente, cómo pudieron construir y llevar adelante una nueva vida a pesar del desmembramiento personal y familiar que implica el exilio, ya que, como manifiesta uno de los entrevistados, “el precio de un exilio es que no has hecho tu vida con la gente con la que tenías una historia”. Ambientada entre Madrid y Buenos Aires, Partidos pone en diálogo las dos ciudades con los recuerdos y las emociones de los exiliados que quedaron “partidos entre dos culturas y dos pertenencias. Ambas tierras son parte de ellos, y así viven hoy su vida entre dos mundos”.

Silvia Di Florio vivió el exilio en carne propia cuando tuvo que emigrar por la fuerza a Suecia, con dieciocho años y un embarazo de siete meses. Esa experiencia en primera persona la impulsó a realizar este conmovedor documental, a la vez hermoso y doloroso, que recupera nuestra historia reciente y nos invita a seguir levantando las banderas por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Entrevistamos a la reconocida directora, quien nos compartió las siguientes reflexiones.

¿Cómo surgió la idea de Partidos?

El proyecto surgió en 2016 y fue idea de mi amigo y compañero de militancia, Juan Carlos Gastaldi. Él se quedó viviendo en Madrid, su ciudad de exilio, y en uno de sus viajes a Buenos Aires a visitar a su familia me propuso hacer un documental sobre el exilio, contado entre Madrid y Buenos Aires. Como yo personalmente había vivido el exilio, aunque en Suecia, el tema y la idea de hacer un trabajo audiovisual con eso era algo recurrente, así que no dudé en aceptar el desafío.

¿Cómo fue el proceso de rodaje?

Con Gustavo Cataldi, camarógrafo y director de fotografía, viajamos a fin de ese mismo año a Madrid con la idea de recoger algunos testimonios, y luego volvimos a Buenos Aires a armar el proyecto. Ahí convoqué a Andrés Habegger para escribir el guion, y en 2018 presentamos el proyecto en el INCAA. Al final de ese mismo año, el INCAA lo declara de interés y viajamos nuevamente a Madrid en 2019. Allí recogemos varios testimonios más y comienzan a aparecer y escribirme personas interesadas en testimoniar para la película, así que regresamos a Buenos Aires con la idea de hacer un tercer viaje que no pudo ser porque llegó la pandemia. Entonces decidimos terminar la película con el material que teníamos.

Teniendo en cuenta que tu exilio transcurrió en Suecia, ¿por qué Partidos se centra en el exilio en Madrid?

Cuando mi amigo Juan me propone hacer un documental enfocado entre Madrid y Buenos Aires, sabía que haría una película un poco corrida de mi propio exilio, pero a la vez sería más fácil en varios sentidos. Primero, porque España está más cerca que Suecia, y además porque iba a contar con él como productor en Madrid y eso facilita mucho las cosas.

¿Cómo se generó el contacto con las personas entrevistadas?

El puente principal con los primeros testimonios lo tendió Juan, y luego de las primeras entrevistas en Madrid le propuse entrevistarlo a él y a su familia. Ya empezando a transitar el registro para la peli, conocí en el Delta del Tigre a Carlos Lerner y a Mariana López, y cuando conté en la comunidad isleña que estaba haciendo un documental sobre el exilio argentino en Madrid, me entero que ellxs estuvieron exiliadxs allí y les propongo entrevistarlxs. A esa altura, ya estaba convencida de que la voz de la generación más joven, la de lxs hijxs, era fundamental que estuviera presente. Y así se fue armando la red de testimonios.

¿Qué diferencias y qué puntos de contacto encontrás entre las vivencias y los discursos de quienes se exiliaron como adultos y las hijas e hijos del exilio?

Lo que despertó mi interés para entrevistar a lxs hijxs del exilio fue, ante todo, que era una voz que no se había escuchado, al menos yo no la había escuchado. Cuando empezaba a dialogar con esa generación, me decían que sabían la historia a grandes rasgos, pero que, en verdad, nunca se habían sentado con sus padres a profundizar en el tema. Y allí me di cuenta de que es muy difícil abordar un tema tan doloroso, el desarraigo, las pérdidas de amigos, compañeros o familiares, el haber estado entre la vida y la muerte. Lxs padres no hablan y a los hijos les cuesta mucho remover la herida de sus padres. Y la de lxs hijxs fue una generación que padeció las consecuencias del exilio de sus padres. El destierro, el amor a un país y una identidad que no era parte de su cotidiano, la nostalgia de lo perdido, los afectos lejos, y la enorme tristeza que cada unx portaba:  amigos o familiares presos, desaparecidos o asesinados por la dictadura.

La diferencia que encuentro, sobre todo en la gente que se quedó, es que la generación de los hijos, a pesar de sentirse casi todos que pertenecen a dos lugares, a dos territorios, han podido adaptarse mejor al lugar, al país, a la ciudad que alojó y cobijó a sus padres. En cambio, los padres han tenido que atravesar una sobreadaptación que conlleva un pasado que queda siempre amarrado al país o a la ciudad que los vio crecer.

Los padres que volvieron han recuperado su tierra, su cultura, algunos afectos; pero los hijos han quedado profundamente partidos entre la tierra que los vio crecer, la del exilio, y la tierra de sus padres, a la que volvieron.

En varios de los discursos aparece la pregunta “¿de dónde soy?”. Los entrevistados manifiestan esa sensación de ser de todos lados y de ningún lugar a la vez. ¿Qué reflexión te genera esta idea?

Es que creo que la sobreadaptación a otra cultura, a otras costumbres, a otra tierra, te marca con la sensación de pertenecer a varios lugares a la vez. Mirá que personalmente mi exilio fue en Suecia, un país muy distante en muchos sentidos, donde solo volví una vez hace siete años. Pero puedo decirte que hoy, cuando estoy frente a una comida sueca, o veo una película o escucho hablar en sueco, se me produce un click que no se muy bien como explicarlo, pero hay un lugar allí donde también me reconozco.

Las personas entrevistadas en la película cuentan sobre el desarraigo, la pérdida de identidad, el dolor, la frustración, el miedo que produce el exilio por razones políticas. ¿Qué huellas te dejó a vos el exilio?

La reflexión es muy personal, pero puedo decirte que yo, que era muy joven cuando me tuve que exiliar, primero en Brasil y luego en Suecia, quedé con marcas que una lleva luego toda la vida. No puedo decirte que tuve un arraigo en Suecia como quizás hubiera tenido en España, pero sí tengo un apego y un agradecimiento muy grande con ese país que nos dio cobijo y recursos para llevar una vida agradable y cómoda. Y agrego, además, que me quedó una huella de desarraigo muy fuerte.

Amo mi país y a la gente del interior de mi país, pero a la vez me duelen tantas cosas que no terminan de resolverse nunca, que cada tanto pienso en la posibilidad de irme, aunque sé que es una decisión complicada… otra vez empezar de cero, en otro lugar…

¿Te identificás en los testimonios de las y los protagonistas de tu documental? ¿En qué cuestiones? 

Fue muy intensa la etapa de las entrevistas, porque, sí, me identificaba con muchas partes de los testimonios, el momento de tomar la decisión de salir del país, el destierro, la sensación tan extraña de llegar a un lugar donde no conocíamos a nadie, donde todo era tan diferente, el tener que armar una nueva familia con los amigos que íbamos haciendo…

Luego, el 83, elecciones y la posibilidad de volver. Y ahí yo creo que nosotros, en una cultura y un país tan distinto, tan lejos de todo, con inviernos tan fríos y tan oscuros, no dudamos en volver enseguida. Pero el exilio, como dicen algunos de los protagonistas de Partidos, es algo que te deja una marca, una huella que llevarás para toda la vida.

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