27 abril, 2024
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Cultura

La obra de Fernando Botero cotiza en alza luego de su muerte y consolida su maestría

Dos meses después de la muerte del colombiano Fernando Botero (1932-2023), su obra empezó a cotizar en alza con ventas que superaron las cifras que acostumbraba el artista y que incluso llegaron a quintuplicarla, como el caso de “The Musicians”, que se subastó por más de 5.000.000 de dólares y se convirtió en el Botero más caro de la historia.

Fallecido el último 15 de septiembre a los 91 años, ese mismo mes se vendieron cuatro óleos del creador de lo que algunos llamaron “boterismo” en su honor, una corriente caracterizada por personajes voluminosos que lo hicieron reconocido en todo el mundo. Entre las obras que se vendieron en alta, destacaron “Man eating” y “En la plaza”, que llegaron a alcanzar los 800.000 y 1.000.0000 de euros, respectivamente. Esa misma cifra millonaria consiguieron “Sobre Cézanne”, “Rosalba” y “Desnudo frente al espejo”, de acuerdo a los números citados por el periódico El Debate.

Pero sin dudas la gran estrella de los últimos días fue “The Musicians”, un lienzo de 1979 que refleja un grupo de músicos en un bar o salón público de algún tipo y que la Casa Christie’s en Nueva York subastó el pasado 11 de noviembre por 5.132.000 de dólares. “Un nuevo récord para el Maestro Botero”, escribió el hijo del artista en sus redes sociales, donde compartió el video de la venta. “The Musicians” no sólo es emblemática por su virtuosismo sino también porque es la portada del último libro de Mario Vargas Llosa, “Le dedico mi silencio”, la obra en la que el Nobel peruano se despide de la literatura de ficción.

En diálogo con el medio colombiano Semana, Fernando Botero hijo definió aquella subasta como “un hecho histórico” más allá del valor económico, porque se trató de “la primera vez que en Christie’s lo sacan de esa categoría de artista latinoamericano y lo colocan al lado de los artistas más famosos del mundo, como Picasso o Miró. Es un hecho muy importante”, destacó.

En la misma partida de Christie’s se vendió la escultura “El Loro”, de principios de los 80, que salía con un valor estimado de entre 200.000 y 300.000 dólares y se vendió finalmente por 1.800.000 millones de dólares.

A su turno, Felipe Grimberg, quien fue comerciante de las obras del colombiano, explicó a ese mismo medio que “normalmente cuando un artista del valor de Botero se muere, sus obras tienden a subir gradualmente de valor. El pasado 28 de septiembre, hubo una subasta de arte latinoamericano en Christie’s y había varias obras de Botero y todas se vendieron muy bien. Y eso fue menos de dos semanas después de la muerte del artista. En otras ocasiones, tras la muerte del artista, pasa un tiempo prudencial, pero en el caso de Botero todo está pasando muy rápido y eso emociona a los coleccionistas y a todos los que han comprado obras de este pintor y escultor”.

Pero los remates no se terminaron. Esta noche, la Casa Morton realizará una subasta de Arte Latinoamericano que incluye un diseño de Botero para el telón de fondo de la ópera Carmen, de Georges Bizet. La pieza se venderá con la dedicatoria al bailarín Jacques d’Amboise, a quien Botero le había regalado la obra.

A medida que su obra cotiza en alza como lo reflejan las últimas subastas, también crece el interés por su producción. Italia, país donde vivió sus últimos años, será el primer lugar en rendirle homenaje con una exposición que inaugura el próximo 23 de noviembre en el Museo de la Permanente en Milán. Bajo el título “Via Crucis”, la muestra que ya se exhibió en Medellín -la ciudad natal de Botero- en el año 2012, reunirá unos 27 óleos y 34 dibujos en torno a una faceta distinta y más íntima del colombiano: su relación con lo espiritual.

La exposición, que el artista donó en vida al Museo de Antioquia luego de su inauguración a propósito de una celebración de Semana Santa, pondera la relación con lo eterno y la religión en el artista. Según explican desde el Museo de la Permanente de Milán, la relación con la fe, la espiritualidad y la región fue cercana a Botero “desde su primera infancia transcurrida en una Colombia tan rica en imágenes devocionales -tanto en el ámbito público como en el privado- y prácticas religiosas profundamente arraigadas en la cultura y la iconografía”.

“Los colores y formas suaves -a la vez muy concretas- propias de la obra de Botero se ven, sin embargo, en esta serie atravesadas por una convulsión en la que dolor y tragedia se mezclan , potenciando el lenguaje figurativo que caracteriza al artista colombiano”, agrega el comunicado de la institución italiana y señala que a diferencia del tono irónico o juguetón que impregna sus obras, el artista convoca en esta serie a “reflexionar sobre la poesía, el drama y el poder representado en la Pasión de Cristo”.

Botero puede definirse como el artista colombiano visual más influyente y conocido fuera de su país por una iconografía colorida de figuras voluptuosas y surrealistas, que plasmó en más de siete décadas de producción, entre esculturas, oleos, pasteles, acuarelas y dibujos. “Yo soy un pintor del tercer mundo, crecí sin museos, sin pinturas, eso me obligó a tener una mirada fresca sobre el arte”, dijo alguna vez el artista.

Tras su muerte, a mediados de septiembre, Botero fue despedido con honores en su país natal, mientras que sus cenizas descansan en el pequeño poblado italiano de Pietrasanta, donde fue sepultado al lado de su esposa, la artista griega Sophia Vari.

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