26 abril, 2024
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A partir de una carta con ADN, develarán el físico del hombre que inspiró el personaje de Drácula

Convertido en uno de los personajes literarios más célebres de todos los tiempos, Drácula no fue una creación puramente ficcional del escritor Bram Stoker sino que fue inspirado en un príncipe real, cuya apariencia física podría develarse en los próximos meses a partir del trabajo de científicos que planean extraer “biomoléculas históricas” retenidas en una carta del siglo XV escrita por el aristócrata que la literatura transformó en el vampiro más famoso de todos los tiempos.

La ciencia es una fuente inagotable de hallazgos y posibilidades: 550 años después de la existencia de Vlad III de Valaquia, el príncipe conocido como Vlad el Empalador o Vlad Drácula, héroe nacional de Rumania, el análisis de material genético hallado en una de sus misivas podría dar lugar a hallazgos determinantes para conocer detalles de su fisonomía.

Los científicos israelíes Gleb y Svetlana Zilberstein, apodados como “detectives de proteínas” aunque ellos prefieren ser presentados como “químicos históricos”, están convencidos de que lograrán reconstruir la apariencia física del inspirador de la célebre novela de Stoker y también las condiciones ambientales en las que vivía.

“Nuestro trabajo es encontrar las huellas bioquímicas que quedaron desde el momento en que se creó el objeto histórico o cuándo fue utilizado por alguna figura histórica”, explica Gleb Zilberstein en declaraciones que reproduce el periódico británico The Guardian.

En ese sentido, acota: “Cuando se encuentran ‘biomoléculas históricas’, comenzamos a analizarlas. Es decir, determinar la composición molecular y la edad de moléculas históricas. Principalmente, determinamos proteínas y metabolitos”, prosigue el científico.

Los científicos nacieron en Kazajistán y durante los últimos 26 años han vivido y trabajado en Tel Aviv, Israel. Junto con el profesor Pier Giorgio Righetti, de la Universidad Politécnica de Milán, desarrollaron el análisis bioquímico utilizado para extraer proteínas de artículos tocados o usados por personas muertas hace mucho tiempo. Su primer experimento fue en el manuscrito original de “El maestro y Margarita”, del escritor soviético Mikhail Bulgákov.

“Después de Bulgakov, trabajamos sobre Anton Chéjov. Analizamos la camiseta con la que murió y su última carta. Chéjov sufría de tuberculosis y usaba varias sustancias como analgésicos, pero murió de un derrame cerebral. Después de Chéjov, empezamos a investigar la carta de George Orwell a Moscú y encontramos rastros de tuberculosis, que contrajo en España”, añade el científico.

Hace tres años, los israelíes Zilberstein, ambos de 53 años, y los italianos Pier Giorgio Righetti, de 81, y Vincenzo Cunsolo, de 60, obtuvieron permiso para analizar los documentos con un sistema que recaba -sin dañarlas- las proteínas presentes por el contacto con alguna parte del cuerpo, el sudor, la saliva o las lágrimas. En condiciones adecuadas, pueden permanecer allí hasta millones de años.

¿Sufría Drácula de una enfermedad en la sangre? En la novela publicada en 1897 sobre el vampiro más famoso de la historia, Stoker menciona más de 200 veces la sangre o el color rojo, en ocasiones al hablar de los ojos de Drácula. “Lo último que vi fue al conde enviándome un beso con la mano, con un rojo destello de triunfo en los ojos y una sonrisa que habría enorgullecido al mismísimo Judas en el infierno”, se lee en uno de los tramos.

¿Padecía Vlad Drácula una enfermedad llamada hemolacria, que condena a quien la padece a producir lágrimas que están parcialmente compuestas de sangre?¿O era solo un recurso literario del escritor para aludir al deseo sexual y al Eros y al Tánatos en la conservadora Inglaterra victoriana?

Los científicos buscan en estos días la respuesta en las proteínas que Vlad Drácula dejó hace medio milenio al firmar tres cartas.“Fue místico que estuviéramos extrayendo las moléculas de Drácula el día en que se publicó la novela de Stoker hace 125 años”, asegura Zilberstein. Y agrega: “No planeamos específicamente esta fecha. Toda la noche, después de la extracción de las moléculas de Drácula, llovió, los perros aullaron y relampaguearon. Era realmente una atmósfera muy mágica. El conde Drácula bendijo su liberación del archivo rumano”.

“No requiere arrancar una parte del objeto y las proteínas son más estables que el ADN, que se deteriora más con el tiempo”, explica Gleb Zilberstein en una cafetería de Tel Aviv, en Israel, adonde Svetlana y él emigraron hace 26 años desde su Kazajistán natal. Él es máster en Física y ella, en Economía, pero no son académicos tradicionales ni tienen plaza docente universitaria, sino que son más bien, como admite Gleb, “los típicos emprendedores israelíes de alta tecnología”.

Righetti es, en cambio, profesor emérito de Química en la Universidad Politécnica de Milán, mientras que Cunsolo enseña Química Orgánica en la de Catania.

El sistema consiste en unos plásticos ionizados en la superficie que se depositan sobre el objeto. Absorben proteínas, otras biomoléculas y metales capaces de arrojar luz sobre las enfermedades, la medicación, la alimentación y hasta el entorno en el que vivió Drácula. “Trabajamos en dos direcciones. Por un lado, marcadores biológicos generados en el organismo de un ser humano. Por el otro, proteínas de microbios”, indica Gleb.

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