23 abril, 2024
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Lugares “secretos” para descubrir la cultura italiana, a pocos kilómetros de la Ciudad

La Argentina es por fuera de Italia el país con mayor cantidad de italianos y descendientes de los mismos. Según los últimos registros de 2019 de la Embajada de ese país, existen aproximadamente un millón de italianos e ítalo-argentinos inscriptos, sin tener en cuenta quienes aún no tienen la ciudadanía reconocida. Es por ello que no resulta tan descabellado hablar de una ruta turística alternativa, que haga sentir y experimentar la cultura peninsular de una manera única.

A poco del final de las vacaciones para muchos y la vuelta a la rutina, existen distintos puntos muy cerca de la Ciudad de Buenos Aires que son dignos de ser visitados. Algunos, para pasar el día y otros -¿por qué no?- el fin de semana. La ruta del turismo itálico en la Provincia nos permitirá no solo deleitarnos con lugares arquitectónicos y similares a los pueblos de la Toscana, sino que también, mediante los sabores experimentaremos su gastronomía y descubriremos el origen de los sorrentinos. ¡Avanti! Comencemos el recorrido.

Urbanización gastronómica en Benavídez

Este es un ejemplo de una urbanización que resulta desconocida para muchos. Con el objetivo de simular un pueblo toscano en Benavídez, partido de Tigre, los creadores de tal magnificencia arquitectónica lograron engañar a nuestros ojos y hacernos sentir en el continente europeo.

A tan solo 44 kilómetros de Buenos Aires por la Ruta Nacional 9, se llega a este destino que parece sacado de un cuento. Si bien su tamaño en proporción a una ciudad real, es bastante pequeño, resulta más que acertado para disfrutar un día en su plaza central, rodeada de ornamentaciones e insignias que retrotraen nuestra mente a otra época.

Además es un centro comercial de 8000 metros cuadrados, donde se pueden encontrar restaurantes, tiendas de diferentes productos, ferias y hasta un hospedaje. Además, dentro de su edificación romántica con calles angostas y empedradas, se destacan sus arcos, su pórtico inspirado en Castelnuovo y una torre que le da la bienvenida a los turistas. En la plaza se encuentran mesas desplegadas que invitan a degustar diferentes menús mientras se agasaja al foráneo con espectáculos públicos y gratuitos.

Sin dudas, este pequeño pueblo creado para ofrecer un recorrido por la historia italiana, permite a quienes viajaron al viejo continente mantener viva en la memoria aquellos pasos por las calles antiguas. O mejor aún, acerca a los amantes de la cultura itálica y a sus descendientes a recrear un espacio cercano a sus raíces.

A través de su página oficial se puede conocer la programación mensual de espectáculos y servicios disponibles, con sus respectivos días y horarios. Además, mediante sus redes sociales se enseñan los puntos característicos y más “instagrameables”.

La Toscana en Ezeiza

Nuestro recorrido continúa por Ezeiza. A 32 kilómetros de Buenos Aires se encuentra un centro comercial que no deja de sorprender a sus visitantes. Su existencia llama la atención de los que van por primera vez, que elogian la arquitectura y el diseño de este paseo en las afueras de la Capital Federal.

Es ideal para conocerlo en un fin de semana, donde siempre -cabe recordar- es cuando más recurrencia de turistas y locales hay. Las mejores estaciones para descubrirlo son primavera y verano, para aprovechar sus balcones florecidos.

Aquí se puede recorrer un espacio totalmente abierto y con diferentes opciones de compras. Además, el complejo cuenta con un hotel de cuatro estrellas, un spa y un teatro. Al atravesar el portón de hierro que recibe a los visitantes en su entrada principal, la perspectiva y la noción de estar en la Argentina se despegan de nuestra mente.

Se respeta la arquitectura de un pueblo de la Toscana, en donde paso a paso es posible registrar detalles encantadores como una fuente, un David a escala y hasta un puente que cruza el paso, el cual se convirtió en la estrella y el punto perfecto para quienes quieren obtener una fotografía ideal en sus cuentas de Instagram.

Cannollis en La Plata

Dejamos Ezeiza atrás con su oferta arquitectónica y cultural para adentrarnos en una historia gastronómica de esas que definen a las familias de inmigrantes italianos. A tan solo 60 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en La Plata, Ángela Bertoli fundó Cannoli Italiani. Un postre de origen siciliano que cada vez se gana más el corazón de los platenses.

La mujer contó que sus cannoli son producto de la tradición familiar de reunirse los domingos. Luego de un abundante almuerzo, este postre esperaba a sus comensales en una esquina de la mesa. El típico cilindro de masa frita y relleno con ricota o dulce de leche y diferentes sabores, se convirtió en un salvamento para Bertoli.

Como a muchos emprendedores, la pandemia de coronavirus que azotó al mundo, afectó las cadenas económicas y con ello, miles de personas se quedaron sin trabajo y sin poder llevar adelante sus proyectos. Angela estudió en la Universidad Nacional de La Plata artes audiovisuales y gracias a ello brindaba clases en su estudio de fotografía, pero cuando el virus llegó, de 25 alumnos pasó a dos“Entonces pensé en algo para que me entrara dinero del cual ya no disponía desde marzo de 2022″.

Un año antes, durante el Día del Padre, con mucha pena por no poderle cocinar los típicos cannoli a su papá, la cabeza de Angela hizo un clic. Fue allí en donde decidió emprender el camino de vender sus propios cilindros rellenos a la comunidad. “Con que vendiera siete docenas un sábado era feliz”. Y así sucedió. Cocinó y cocinó, preparó una producción de imágenes, creó una página en Facebook y luego en Instagram.

Sus abuelos, Salvador Bartoli y Cándida, arribaron desde Sicilia y trajeron con ellos un sinfín de recetas y costumbres isleñas que contribuyeron a lo que es hoy Angela. Ella aprendió de muy pequeña la del cannoli de su nonna, a pesar de que su madre también tenía su propia versión: “Era una época en donde nos entreteníamos en la cocina de nuestras abuelas”.

Ante la necesidad de trabajar para obtener su propio dinero, contó orgullosa que no solo tiene clientes de La Plata, sino que llegan otros tantos interesados desde Brandsen, Chivilcoy, Loma Verde, Escobar y Capital Federal. El negocio está montado en el garage de su casa, el cual permite vivir una experiencia acorde a lo que se vende al público. Está decorado con un auto Fiat, dos bicicletas, una moto y cuadros, gran parte de los rodados fueron traídos desde Italia.

Cuenta con la ayuda de su hija mayor Lourdes, su amiga de la infancia Mercedes y hasta de su pequeña de cinco años, Gabi. Con el apoyo constante también de su marido, poco a poco se convirtió en una marca registrada que dedica su tiempo a compartir la tradición siciliana con todos.

“Lo que distingue a mis cannoli es que los hago de chiquita, los amo. Me emociona mantener las costumbres italianas de esa época en donde la familia se unía a cocinar. Lo más importante es que una receta trascienda en el tiempo”, reflexionó, al tiempo que concluyó: “Pretendo que algún día mis hijas aprendan a hacerlos y que mantengan los sabores característicos. Aunque no los comercialicen, que me los hagan a mí”. Abre los viernes a partir de las 17:30 hasta las 19, y los sábados desde las 10 hasta las 13 y de 17 a 20.

 Uribelarrea

Nuestro recorrido sigue por Uribelarrea, a casi 90 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se emplaza Pueblo Escondido, una salumería y restaurante de época que se erige sobre una estructura típica de nuestros campos. En este sitio se puede degustar una de las picadas más famosas de la provincia y con el estilo italiano como base.

Miguel Carello es uno de los propietarios del lugar, el cual se distingue en la pequeña localidad por ser anfitriona de la picada. Se trata de una realizada con embutidos estilo italiano que debe su origen al famoso chef itálico que actualmente desempeña múltiples trabajos en nuestro país. Gracias a la historia de este hombre y de aquella iniciativa, es posible conocer una amplia variedad de fiambres como si se estuviera en Italia.

Todo comenzó en 2003, cuando Miguel fue a “rescatar” las recetas de sus abuelos “tanos” para implementarlas en su entonces reciente emprendimiento gastronómico. En primera medida solo fue la venta de embutidos lo que caracterizó al local. Luego, llegó lo que se conoce como almacén de campo y con ello comenzaron a ampliarse hasta establecer un restaurante.

“Mi abuela era de Sicilia y mi abuelo del norte. Es por eso que teníamos recetas, como la de longanizas, los salames… y esas mismas recetas son con las que empezamos a desarrollar el emprendimiento”, relató Miguel.

Si bien el menú se expandió, la estrella fue siempre la picada, con fiambres realizados de manera artesanal y con productos locales de excelente calidad. Es por ello que Sorba fue uno de los maravillados con esta cuestión, con su historia y el desarrollo gastronómico, quien en 2015, tras anteriores visitas al pueblo, le propuso a Miguel y a su socio Gabriel iniciar una nueva línea italiana.

“Después de probar la picada de campo, que era una oferta nuestra, al año nos llamó y nos propuso implementar algunas recetas que él tenía para empezar a probarlas en el mercado”, comentó Miguel y destacó que allí comenzó una relación laboral que los llevó a producir 10 productos diferentes con una base cien por ciento italiana.

Actualmente, las picadas y los embutidos por separado, se pueden encontrar en restaurantes y locales selectos de la Ciudad de Buenos Aires, con el sello de Pietro Sorba y de Pueblo Escondido. Según reveló el dueño de este restaurante, su objetivo es que el visitante y el resto de los consumidores logren conocer otro tipo de fiambres, por fuera de lo común.

En sus propias palabras, lo que diferencia este tipo de picadas y embutidos del resto, “es la calidad de las materias primas y los insumos”. En ese sentido, aseguró: “Pietro nos trajo, al igual que lo hacíamos nosotros, esto de incorporar otras especies a la elaboración de los fiambres y eso aportó a la distinción”.

Pueblo Escondido, con raíces italianas y un trabajo por mantener viva una parte de la influencia itálica en nuestra tierra, hace mella de la tradición y el espíritu familiar, adaptándose a las necesidades del mercado, pero sin descuidar su identidad.

Sorrentinos – Mar del Plata

El final de nuestra ruta del turismo italiano por la provincia de Buenos Aires termina en Mar del Plata, en uno de los puntos icónicos para nuestro país y para la identidad italo descendiente. Este camino nos lleva a Sorrentinos Persico, a 420 kilómetros de la Ciudad.

La historia del origen de los sorrentinos se remonta a inmigración de Rosalía Persico a la ciudad de Mar del Plata junto a su esposo e hijos con la intención de buscar un “buen futuro” a pesar de que sus condiciones en Sorrento, Italia, no eran tan malas. Aún así, Susana, su nieta, cuenta que su nonna trajo consigo el espíritu innovador, ese que la llevó a crear otra variedad de pasta rellena con el sello ítalo-argentino.

Cabe destacar que la historia de su creación, también permanece bajo una disputa con otra familia sorrentina, los Vespolini, que a la par desarrollaron la receta en la Trattoria Napolitana, en la misma ciudad. A pesar de ello, la paz y el buen trato reinan entre ambos clanes.

“La nonna era creativa. Le gustaba ponerle su impronta a las cosas y hacerlas distintas, y lo hizo para la familia. Además, mi papá Cayetano trabajaba en el casino e invitaba a comer a sus compañeros a la casa. Así se popularizaron”, cuenta Susana acerca de los inicios de los sorrentinos.

En cuanto a la forma, Cayetano fue quien le dio esa característica redonda en un molde que “talló con sus propias manos”. A partir de ese momento, la familia Persico comenzó a experimentar la llegada de más y más personas a su casa con una sola intención, comprar aquella pasta rellena que ya había cautivado a una parte importante de Mar del Plata. “Hacían cola”, recordó Susana y luego destacó que en 1978 abrieron el primer local en la calle Paso de la Independencia.

La fama de los sorrentinos fue tal que el mercado se expandió por toda la Argentina. Gracias a estar establecidos en la meca del turismo de verano de nuestro país, el boca en boca ayudó a que esta receta se convirtiera en un emblema local. Además, se abrieron negocios en Tandil, Córdoba y uno en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

“¡Todo un orgullo! La recepción de los comensales es muy buena, hasta tenemos clientes de 100 años. Los comen con diferentes salsas, incluso con aceite y un poquito de queso de rallar. Es una alegría cuando se reúnen a comer”, precisó la mujer.

Tal vez uno de los paladares más estrictos de los que la familia Persico recibió su apoyo, fue el de los comensales italianos, ya que la impronta peninsular siempre estuvo presente en el plato. “La devolución de los italianos ha sido muy buena, sobre todo porque en Italia no lo conocen y esto tiene la impronta argentina”, resaltó.

De esta manera, Susana relató el inicio de los sorrentinos y la presencia de la mezcla italiana y argentina traducida en un plato único, del que cada domingo en muchas casas se disfruta en familia sin tener noción que es parte de nuestro ADN gastronómico. “Hoy en día la fábrica la lleva adelante mi hija Emilia y yo la ayudo. En Tandil está mi hijo con su fábrica también. El objetivo a futuro es seguir haciendo un producto de buena calidad, artesanal, como hace más de 50 años”. Actualmente se encuentra en Mar del Plata.

De esta manera, concluye el recorrido por una ruta turística atípica, la cual hace hincapié en parte de la cultura que define a nuestro país. Con distintos puntos gastronómicos y arquitectónicos, es posible sentirse en Italia pero en la Argentina. Desde la Ciudad de Buenos Aires y a pocos kilómetros, existen diferentes sitios para descubrir y deleitar a nuestro paladar. ¡Fai un buon viaggio!

Por: Emiliano Pettovello

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